
El veneno de avispa ya ha salido también a la luz como herramienta muy eficaz contra el cáncer.
El veneno de estas grandes arañas podría ser, después de todo, positivo para los humanos, según la nueva investigación llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Queensland en Brisbane (Australia). El trabajo ha sido presentado en la 60ª Reunión Anual de la Sociedad de Biofísica en Los Ángeles, California (EE.UU.).
La clave está en cómo las moléculas actúan para reducir el dolor. Entre las propiedades de esta potente toxina se incluyen la selectividad para inhibir el receptor de la sensación del dolor, lo que podrían convertirlo en el analgésico del futuro para los seres humanos.